Lo llaman el año de los «selfies», pero yo creo que fue el año de la literatura: el año en el que mis amigos escritores entraron a Facebook a promocionar sus libros. El oficio de escritor implica con frecuencia largas temporadas de aislamiento. Ya nos advertía Patricio Pron, en su blog, de la insensatez que significa creer que un escritor es algo más que alguien que escribe libros.
Como tengo mis raíces allá lejos por el sur y los afectos andan desparramados por el mundo, las redes sociales -los foros- han sido una bendición. Viajeros, curiosos, estudiantes, buscadores de fortuna o diplomáticos. Vemos que emigrantes de cualquier casta a condición, se hagan o no del sitio al que llegan, abrazan cada nueva tecnología con convicción para mantener el vínculo con su comunidad de origen.
En el plano profesional, ya en la década de los ’90 y antes de que en España oyéramos hablar de Internet, te podías suscribir a las listas de distribución de rediris que gestionaba Fundesco. Eran comunidades temáticas muy específicas integradas por investigadores y universitarios. Después, en 1998, llegaron los foros de discusión como los del Centro Virtual Cervantes, entre ellos el foro de la lengua, al que acudíamos a resolver dudas antes de que existiese la Fundéu. Con la llegada del nuevo milenio, por fin, comenzó la popularización de Internet.
Puestos a ofrecer una clasificación, diría que 1995-2000 para mí fueron años de descubrimiento: la posibilidad de conectar con personas de intereses similares, de mantenerme al día sobre los avances en información y comunicación y de poder aplicarlos en la empresa, ya que las experiencias se compartían, paso a paso.
2001-2001 fueron indudablemente los años de la familia: mi hermano nos abrió un foro, aprendimos a subir fotos y vimos crecer a una nueva generación de primos y sobrinos en la seguridad de una comunidad privada. Descubrimos que la comunicación por escrito es parca aunque la acompañes de emoticonos y que las frases escritas tienen la dudosa cualidad de repiquetear en la cabeza, aunque recurras al teléfono y te expliques, pidas disculpas, matices. Mas tarde llegaron las redes generalistas, pero para entonces ya disponíamos cada uno de un máster en comunidades y ordenadores y de a poco la conversación se trasladó a Facebook.
Tras los foros llegaron las bitácoras (los blogs). En otoño de 2005, Sara Cantó llegó a la tertulia literaria y nos propuso comenzar un proyecto conjunto, para crecer. Almudena Montero estaba siendo un fenómeno editorial con “Mi vida perra. Diario de una treintañera cualquiera”, la publicación de su blog en formato libro por editorial Aguilar y todo parecía posible. Alimentar un blog entre varios es relativamente sencillo y nos mantendría en contacto entre cita y cita, cada mes. Además, nuestra actividad quedaría reflejada y nos permitía darnos a conocer al mundo. Regresé a casa y abrí elbarandal, el blog de la Tertulia, que mantuvimos activo durante cinco años. En 2010, por fin, abrí mi propio blog, más como estrategia de agrupar textos, herramientas y fuentes de información que como una propuesta clara de difusión de imagen personal.
Paralelamente en Estados Unidos las redes sociales invadían el campo empresarial. Un buen día descubro que mis compañeros de Telefónica no solo están en Facebook sino que se conectan desde la oficina y nadie les dice nada, porque le están buscando rendimiento. Desde la universidad, Antonio Rodríguez de las Heras me envía una invitación a Twitter,“una red de microblogging para contar en muy pocas palabras a tus amigos lo que haces en cada momento”. A quién le puede interesar eso, pienso, todo el día conectado, aunque la pruebo y sólo le encuentro utilidad cuando mis colegas ingenieros me la instalan en el móvil y nos lanzamos a tuitear conferencias, quedamos para comer a través de los checkins en Foursquare y sorteamos la dispersión interna de la compañía compartiendo información en Yammer. Luego, Álvarez Pallete, entonces presidente de Telefónica Latinoamérica hace un panegírico sobre el conocimiento abierto y promueve la Wiki Telefónica Latam; nuestro grupo Somos Azules recibe el Premio Cultura Bravo! para emprendedores internos y de la noche a la mañana me encuentro formando parte del equipo internacional de líderes 2.0. de la empresa.
Resumiendo, los años 2008-2010, los de las redes sociales, para mí son los años de la tecnología. Aparecieron los teléfonos inteligentes y el sistema android, estas aplicaciones recién salían de laboratorios y universidades y todo estaba por hacer.
Los años siguientes pertenecen a la teoría. A la sistematización y diferenciación de las redes: hay multitud. Generalistas, verticales, de innovación, de pago, gratuitas. Cada una tiene sus adeptos, lo que funciona en una no tiene por qué ser efectivo en las demás. Ha sido una época de búsqueda de referentes en el campo de la comunicación, de compartir ideas, experiencias y sobre todo de construcción de identidad profesional.
Pero más allá de toda estadística, 2013 para mi es el año de la literatura en las redes sociales. Es el año en el que mis amigos escritores que publicaron libros, entraron en Facebook para promocionarlos. Antes ya estábamos unos pocos, sí. Alfred Besora se había embarcado con el duque en la red, Ana Pérez Cañamares nos regalaba poemas, estaba Ignacio Fernández con Literaturas.com y Clara Obligado ya había construido el hueco para los talleres creativos, igual que Fuentetaja Literaria. Gonzalo Garrido promocionaba “Las flores de Baudelaire” en Twitter y JavierCelaya lo investigaba todo en el campo de la edición y nos mostraba el rumbo.
¿Que fue el año de los selfies? No os dejéis engañar: lo dicen porque a Obama lo pillaron haciendo más llevadero el funeral de Mandela haciéndose una autofoto con la primera ministra danesa y con David Cameron, porque los autorretratos se vienen haciendo desde que existen los móviles con cámaras. Los adolescentes juegan a sentirse interesantes y las chicas a ser más delgadas por el efecto óptico del plano inclinado.
Por mi parte y cerrando el círculo, cuando entro en Facebook vuelvo a sentirme en familia. Disfruto del microblogging enterándome de que una colega ha terminado el borrador de su novela, envío ánimos a quien se declara atascado, compartimos convocatorias. Se trata, simplemente, de una comunidad conectada. Y es que las redes sociales solo tienen sentido si las utiliza tu tribu, tu comunidad. También puedes entrar solo, ser un gurú y crearla o unirte a otras comunidades que ya existen, sí. Pero cuando de verdad le sacas rendimiento es cuando tu entorno la integra en el día a día.
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Nota: las personas y experiencias que menciono son sólo una muestra. Son muchísimas las personas con las que he compartido todo este tiempo y estoy feliz de seguir haciéndolo. Imposible mencionarlos a todos.
Gran post, Norma, como no podía ser de otra forma viniendo de quién ha vivido durante tantos años en primera persona la evolución de la literatura y las nuevas tecnologías.
Poco más puedo aportarte a lo dicho. Desde mi humilde opinión, ‘selfie’ y ‘escritor’ van muy ligados. Al fin y al cabo el escritor quiere meter en tu cabeza el mundo que él tiene en el suyo, del mismo modo que el selfie publica la visión de sí mismo, como si fuera el centro del mundo.
Será interesante ver la evolución 2014-2015…-2020. ¿Cómo va a cambiar el arte de escribir y el proceso de leer? ¿Quedará la literatura como el ‘boceto’ previo que sustente al resto de los medios audiovisuales? Cada vez pasa menos tiempo entre el libro y la película/serie/juego.
Incluso mirando más allá: en 15 años dicen que podremos hacer un backup mental, y en 25 años podremos cargar contenidos directamente a nuestra mente. Esos contenidos tendrán un formato todavía por descubrir. ¿Cómo será ese formato en el que ‘escribirán’ los futuros artistas?
Un mundo apasionante el que viene, sin duda.
Muchas gracias, Rafa. Sobre todo por dejar un comentario tan completo. Tienes razón en lo que dices de las dos caras (mundo interior, imagen exterior) de un escritor, no lo había pensado. Sobre el proceso de producción, libro/película/serie/juego, creo que más que acelerarse está desapareciendo. Me inclino por los contenidos transmedia: un libro en formato digital con enlaces a otras plataformas, personajes viviendo experiencias diferentes en según qué canal, lectores que se apropian de un personaje y lo incorporan a sus propios relatos en blogs personales. Secuelas, precuelas y/o zagas que varían a raíz del éxito de un videojuego.
Es decir, contenidos líquidos viviendo en la red a la manera que explica Zygmunt Bauman, será muy difícil adjudicar una historia a un autor, porque serán creaciones en mayor o menor grado colectivas. Se podrá definir el origen pero será difícil delimitar las fronteras como para definir de qué objeto se trata: ¿libro, cómic, película, serie, videojuego?
Lo que está claro es que siempre se tratará de contar historias: uno de los oficios más antiguos en la historia de la humanidad.