¡Ah…! Tolero la impaciencia de esperar que baje la información por Internet haciendo solitarios: 10-9-8-7-6, alterno rojas y negras. Hace años leí en un libro, cuyo nombre no recuerdo, el monólogo de una enferma de cáncer terminal, que mientras hacía solitarios soñaba “si gano esta partida será que he vencido a la muerte”. Jugarse la vida a cara o cruz, cuando la suerte ya está echada…
Ha nacido Martín y mi amigo Sergio (el padre) dice que es puro ojos. Nos lo ha contado en un mensaje, pero el móvil no es suficiente para tanta emoción y nos lo escribe con todas las letras: “tiene los ojos enormes. La madre bien. Muchas felicidades para todos”.
Por fin se nos ha ido el verano. Lo se porque mi gata se ha esponjado. Le ha crecido una nueva capa de pelo suave y corto y se ovilla gorda en un cojín, escondiendo la cabeza entre las patas.
Cuando me demoro ante el ordenador, mi gata pizpireta vuelve a la ventana. Han acabado las obras ahí abajo y la terraza del bar todavía se llena por las tardes. Casi no pasan coches –no les han dejado espacio— y desde mi ventana, tan cerca del suelo, me siento planear sobre cabezas de niños.
Ha pasado casi un año desde que lancé aquellas botellas al mar desde la isla. Me alegro de que os hayáis subido al bote para alcanzar la choza. No se está tan mal en este lugar en el que siempre hay sitio para uno más, sobre todo si le da a la pluma y es buen tertuliano.

14/10/2006

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