Hoy huele a Fiesta Patria, pero no lo es. Fechas bailadas. Otra vez en Bruselas. De mañana, disfrutando del jardín y la terraza. Trinan los pájaros carpinteros y acaba de pasar un avión que rompió el encanto.

El jardín es ahora mitad huerta: rosales salpicados de tomateras y la planta de calabaza arrastrándose a tus pies. Niños, muchos niños. Gritan. Se alborotan -te alborotan-.

Ayer por el Chatelain entre terrazas a pie de calle. Un camión disparaba humo negro a tus pulmones. Miro para otro lado. La camarera rolliza ¿alemana? sirve cervezas. Me trae una ensalada obra de arte. El plato compartimentado por diferentes colores. Ensalada variopinta, sabrosa, sana.

Un gato por el sendero. No entra al jardín. Solo lo veo de refilón a través de las rejas. No para, sigue de largo. En esa zona del jardín ya da el sol, pero yo estoy a la sombra y el gato pasea bajo los árboles. Ahora vuelve. Lo acabo de ver pasar. Lo llamo pero no responde. Es pequeño y regordete y se da un aire a mi Marcelo.

(25/07/2005)

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